domingo, 21 de julio de 2013

Interpretación de Juan 4 (Midrash ha Yojanan 4).

Yojanan 4.

El Rabino Yeshua  y la mujer samaritana.

1 El Rabino Yeshua se enteró de que los Rabinos fariseos del Rabino Shamai sabían que él estaba haciendo el Tevila (Baño Purificador) a más discípulos que el verdadero Sumo Sacerdote Yojanan 

(aunque en realidad no era el Rabino Yeshua quien hacia el Tevila - Baño Purificador - sino sus Discípulos). 

Por eso se fue de Judea y volvió otra vez a Galilea. 

Como tenía que pasar por Samaria, 

llegó a una vez más al pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que el Patriarca Yaakov le había dado a su hijo Yosef. 

Allí estaba el pozo del Patriarca Yaakov. El Rabino Yeshua, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía.

7-8 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y el Rabino Yeshua le dijo: Dame un poco de agua.

Pero como los Judíos no usan nada en común con los samaritanos por considerarlos de otra Nación, ya que son nacidos de un hombre Judío y una mujer babilónica, la mujer le respondió: ¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres Judío y yo soy samaritana?

10 Si supieras lo que el Dios de Israel puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua contestó el Rabino Yeshua, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida (es decir su Enseñanza).

11 Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? 

12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Yaakov, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

13 Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed respondió el Rabino Yeshua, 

14 pero el que beba del agua (Enseñanza) que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

15 Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

16 Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá le dijo el Rabino Yeshua.

17 No tengo esposo respondió la mujer. Bien has dicho porque te conozco ya que por este camino he ido muchas veces a Jerusalén y sé que no tienes esposo. 

18 Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo pues no estás casada con él. En esto has dicho la verdad.

19 Señor, me doy cuenta de que tú eres Predicador. 

20 Nuestros antepasados Israelitas llegados de Babilonia adoraron en este monte, pero ustedes los Judíos nacidos en Judá dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

21 Créeme, mujer, que se acerca la hora de la destrucción en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 

22 Ahora ustedes los de otra Nación adoran lo que no conocen; nosotros los Judíos adoramos lo que conocemos por Moshe, porque la salvación de la Nación proviene de los Judíos que Oyen a Moshe. 

23 Pero se acerca la hora de la destrucción, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.

24 Hashem es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

25 Sé que viene el Mesías, al que llaman los Judíos griegos el Cristo respondió la mujer. Cuando él venga nos explicará todas las cosas.

26 Ése soy yo, el que habla contigo le dijo el Rabino Yeshua.

Los Discípulos vuelven a reunirse con el Rabino Yeshua.

27 En esto llegaron sus Discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer ya que en la Ortodoxia se nos prohíbe, aunque ninguno le preguntó por ser nuestro Rabino: «¿Qué pretendes?» o «¿De qué hablas con ella?»

28 La mujer dejó su cántaro, volvió al pueblo y le decía a la gente:

29 Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?

30 Salieron del pueblo y fueron a ver al Rabino Yeshua. 

31 Mientras tanto, sus Discípulos le insistían: Rabí, come algo.

32 Yo tengo un alimento que ustedes no conocen replicó él.

33 «¿Le habrán traído algo de comer los samaritanos?», comentaban entre sí los Discípulos.

34 Mi alimento es hacer la voluntad de Enseñar la verdadera Tora del que me envió, cuando escuche Su voz cuando hice el Tevila (Baño Purificador) y terminar su obra encomendada les dijo el Rabino Yeshua. 

35 ¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para la cosecha”? Yo les digo: ¡Abran los ojos y miren (a la gente) los campos sembrados! Ya la cosecha está madura; 

36 ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos. 

37 Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha.” 

38 Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.

Muchos samaritanos creen en el Rabino Yeshua.

39 Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer: «Me dijo todo lo que he hecho.» 

40 Así que cuando los samaritanos fueron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos. El Rabino Yeshua permaneció allí dos días, 

41 y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía.

42 Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste le decían a la mujer; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo. Del que Adam perdió.

El Rabino Yeshua sana al hijo de un funcionario.

43 Después de esos dos días el Rabino Yeshua salió de allí rumbo a Galilea 

44 (pues, como él mismo había dicho, a ningún Predicador se le honra en su propia tierra). 

45 Cuando llegó a Galilea, fue bien recibido por los galileos, pues éstos habían visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Fiesta de la Pascua, ya que ellos habían estado también allí.

46 Y volvió otra vez el Rabino Yeshua a Caná de Galilea, donde Hashem a través de el había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 

47 Cuando este hombre se enteró de que el Rabino Yeshua había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.

48 Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios le dijo el Rabino Yeshua.

49 Señor rogó el funcionario, baja antes de que se muera mi hijo.

50 Vuelve a casa, que tu hijo vive le dijo el Baal Shem Tov (Hombre de Dios) y Rabino Yeshua. El hombre creyó lo que el Rabino Yeshua le dijo, y se fue. 

51 Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo. 

52 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron: Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre.

53 Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora el Rabino Yeshua le había dicho: «Tu hijo vive.» Así que creyó él con toda su familia en el Rabino Yeshua como el Mesías.

54 Ésta fue la segunda señal Mesiánica que hizo el Mesías Yeshua después de que volvió de Judea a Galilea.


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