sábado, 15 de junio de 2013

Interpretación de Lucas 8 (Midrash Hilel 8)

Hilel (Lucas) Capitulo 8

01 Aconteció después, que el Rabino Yeshua iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el Vayikra (Llamado) del reino de Adonai, y los doce con él,

02 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos pues muchas habían sido médium, y de enfermedades: Miriam, que se llamaba Magdalena, de la que le habían quitado siete ídolos que idolatraba ella fervientemente,

03 Yojanana, mujer de Chuza intendente del falso Rey Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.

04 Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por Mashal (Palabras que Benefician a unos y Perjudican a Otros):

05 El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.

06 Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.

07 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron.

08 Y otra parte cayeron en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.

09 Y sus Talmidim (discípulos) le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta Mashal?

10 Y él dijo: A ustedes les es dado conocer los secretos del reino de Adonai; pero a los otros por Mashal (Palabras que Benefician a unos y Perjudican a Otros), para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.

11 Esta es, pues, la Mashal (Palabras que Benefician a unos y Perjudican a Otros) La semilla es la palabra de Adonai.

12 Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el satán y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.

13 Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.

14 La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.

15 Más la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.

17 Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.

18 Miren, pues, cómo oyen; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.

19 Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él pues deseaban su ayuda monetaria; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.

20 Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.

21 El entonces respondiendo el con una Enseñanza, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Adonai, y la hacen.

22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus Talmidim (discípulos), y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.

23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.

24 Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas como Tzadik (Justo) que es; y cesaron, y se hizo bonanza.

25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe en Adonai? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?

26 Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.

27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, que invocaba a los muertos desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros, pues su religión era el invocar a los muertos y vivía cerca de los sepulcros de donde los sacaba.

28 Este, al ver al Rabino Yeshua, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Yeshua, Hijo de Adonai Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era empujado por el espíritu a los desiertos buscando descanso.)

30 Y le preguntó el Rabino Yeshua, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos espíritus habían entrado en él, ya que se dedicaba a invocarlos.

31 Y le rogaban que no los mandase ir al sepulcro pues querían seguir viviendo.

32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos pues los espíritus para regresar a su morada de donde habían sido sacados tendrían que morir de nuevo en un cuerpo; y él les dio permiso.

33 Y los espíritus, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.

34 Y los goyim (idolatras) que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.

35 Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron al Rabino Judío Yeshua, y hallaron al hombre que  había sido médium del quien habían salido los espíritus que él había invocado, sentado a los pies del Rabino Yeshua, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.

36 Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el médium.

37 Entonces toda la multitud de los goyim (idolatras) de la región y de alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor de que acabara con los cerdos. Y el Tzadik (Justo) Yeshua, entrando en la barca, se volvió.

38 Y el hombre que había sido médium de quien habían salido los espíritus le rogaba que le dejase estar con él; pero el Rabino Yeshua le despidió, diciendo:

39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho el Dios de Israel Hashem contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho el Dios de Israel Hashem con él.

40 Cuando volvió el Rabino Yeshua, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban.

41 Entonces vino un varón llamado Yair, que era Rabino de la Bet Hamidrash (Casa de Estudio), y postrándose a los pies del Baal Shem Tov (Persona del Buen Nombre) Yeshua, le rogaba que entrase en su casa;

42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía.

43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,

44 se le acercó por detrás y tocó el Tzitzit (Borde) de su Talit (Manto de Oración); y al instante se detuvo el flujo de su sangre.

45 Entonces el como Baal Shem Tov (Persona del Buen Nombre) Yeshua dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Kefa y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?

46 Pero el Rabino Yeshua dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder sanador de mí como Baal Shem Tov (Persona del Buen Nombre).

47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando a él, pues la Tora dice que una mujer con flujo de sangre es impura y todo lo que tocare quedaría impuro, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el Pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

48 Y él le dijo como un Baal Shem Tov (Persona del Buen Nombre): Hija, tu fe te ha salvado de esa enfermedad; ve en paz.

49 Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del Rabino principal de la Bet Hamidrash (Casa de Estudio) a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro Baal Shem Tov (Persona del Buen Nombre).

50 Oyéndolo el Tzadik (Justo) Yeshua, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva del Angel Samael que es el destructor.

51 Entrando en la casa del Rabino Principal, no dejó entrar a nadie consigo, sino a los Talmidim (Discípulos) Kefa, a Yaakov, a Yojanan, y al padre y a la madre de la niña.

52 Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme.

53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.

54 Mas él como un Gran Tzadik (Justo Servidor de Hashem), tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate.

55 Entonces su espíritu volvió de las manos de Samael (el ángel destructor), e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer.


56 Y sus padres estaban atónitos; pero el Rabino Yeshua les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido, pues cada vez que un Tzadik hace una Obra tiene que ayunar varios días.

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